En una vida llena de estrés en la que vamos de un sitio para otro sin parar, los momentos de la comida pasan a un segundo plano y solemos adentrarnos en malos hábitos alimentarios. Esto, junto al sedentarismo, consumo de alcohol poco equilibrada son los causantes de muchas enfermedades.
En este punto aparece la alimentación consciente, también conocida en inglés como Mindfoodness o Mindful Eating. Este concepto proviene del término Mindfulness y se basa en poner atención e intención a la experiencia de pensamientos, emociones, sensaciones y conductas que tienen lugar antes, durante y después del acto de comer.
No consiste en qué comer sino en cómo y para qué comemos. Pretende que seamos conscientes de las sensaciones fisiológicas y emocionales del proceso de la alimentación, diferenciando entre el hambre física y emocional. En definitiva, ser capaces de escuchar a nuestro cuerpo e identificar las señales que nos indican cuando debe comenzar o terminar la ingesta de alimentos.
Beneficios de la alimentación consciente
Aunque el propósito de comer conscientemente no es perder peso, sí es cierto que es muy probable que quienes adopten este estilo de alimentación bajen de peso ya que la persona aprende a comer cuando realmente lo necesita sin recurrir a antojos y cantidades excesivas.
Desde la infancia incorporamos patrones de relación con la comida, asociando el comer con cubrir necesidades ajenas al hambre. Por ejemplo, seguro que te habrás encontrado en situaciones en las que has comido por ansiedad, tristeza, aburrimiento, soledad, por insistencia del entorno o, básicamente, porque hay comida en el plato. Sin embargo, si comemos con conciencia evitamos que la ingesta sea un acto emocional y automático, pues sabemos en todo momento lo que ingerimos, ayudándonos a controlar cantidades y a disfrutar más del alimento.
En resumen, la alimentación consciente o mindfoodness no se trata de una dieta, ni de prohibir o fomentar un alimento. Simplemente busca que comamos bien desde un punto de vista mental y emocional, sin que nuestras emociones y estado mental nos afecten a la hora de sentarnos a la mesa.
Los estilos de ingesta
El estilo de ingesta es la forma con la que nos relacionamos con la comida, es decir, los estímulos que nos incitan a comer, independientemente de las señales internas de nuestro cuerpo. Hay tres estilos de ingesta:
- Restrictivo: relacionado con las dietas estrictas y la prohibición. Es insostenible a medio y largo plazo, ya que la restricción de consumir alimentos suscita a su vez el deseo de hacerlo.
- Emocional: consiste en tratar de gestionar las emociones a través de la comida.
- Externo: se da cuando el deseo de comer se dispara por señales que están fuera de nosotros mismos, como por olores, colores o porque hay un plato delante.
Hay que destacar que los estilos de ingesta no son un problema en sí mismos, la cuestión es hasta qué punto la desatención y desconexión con las señales del propio cuerpo nos puede llevar a unos malos hábitos alimentarios. Y aquí es donde interviene la alimentación consciente, el mindfoodness, haciendo que seas consciente de este tipo de comportamientos para corregir tus hábitos de ingesta.
¿Cómo seguir una alimentación consciente?
Hay una serie de acciones y ejercicios que nos pueden ayudar a lograr una alimentación consciente, pero debemos tener en cuenta que requiere voluntad y tiempo. Estos son algunos consejos:
- Escoge un buen lugar. Comer en un entorno lo más agradable posible (luminoso, tranquilo, amplio, ordenado…)
- Dedícale tiempo. No estar pendientes del reloj y comer con prisa pensando que llegamos tarde a algún sitio.
- Come cuando realmente tu cuerpo te lo pida. Si sientes que quieres comer por aburrimiento, enfado, soledad o estrés, no comas y en su lugar date una ducha caliente, llama a una amiga, sal a caminar, escucha música…
- Bebe agua. Bebe un vaso de agua antes de comer y cenar, para saciar y calmar la ansiedad.
- Come sin distracciones. Si te conectas a algún dispositivo –móvil, televisor, Tablet, ordenador -, te desconectas tú. El cerebro no presta mucha atención al hecho de comer, por lo que si hacemos otras tareas mientras comemos, para él es como si no hubiéramos comido y exige que lo hagamos de nuevo.
- Come sentado/a. No comas de pie, aunque sea un snack, hazlo siempre sentada y con un plato delante, para ser consciente de que estás comiendo.
- Ejercicio y meditación. Dedica unos minutos de tu día a hacer meditación para entrenar la atención, e incorpora rutinas en tu vida como subir escaleras en lugar del ascensor, bajarte una parada antes del metro o bús y seguir a pie…
- Alimentos integrales. Come alimentos integrales ya que contienen íntegros todos sus nutrientes, ayudando a nutrir las células y reducir la sensación de ansiedad física o hambre insaciable.
- Busca nuevas recetas. Distrae a tu cerebro con el aprendizaje descubriendo cosas nuevas, ya que aumenta tu autoestima y es una forma positiva de gestionar las emociones.
- Mastica sin prisa. Come de forma calmada, masticando correctamente y con tiempo suficiente entre bocado y bocado.
- Optimiza las cantidades y no abuses de la comida. Desde pequeños nos han inculcado que es de mala educación dejar comida en el plato, por lo que la mayoría de nosotros tendemos a acabarnos todo lo que tenemos delante, independientemente de que haga rato que ya estamos llenos.
Disfrutemos de la cultura española en la que realizamos los momentos de ingesta en terrazas, disfrutando de los momentos en compañía y de cada sorbo de café y plato que nos sirven en la mesa. No perdamos estas buenas costumbres que ayudan a seguir buenos hábitos alimentarios y que nos ayudan en nuestra salud física y mental.